CUÁNDO ES OPORTUNA LA LACTANCIA ARTIFICIAL

Damos, pues, preferencia a la alimentación a pecho. No ülvldamos, sin embargo, que existen circunstancias que puedan Imponer la alimentación artificial o, al menos, sugerir esa poilhilidad. Los casos más frecuentes son tres.

1. Falta de leche.

Resulta obvio. Si no hay leche, no Hiy leche. Por otra parte, la validez de una madre no se mide pOt los ríos de leche que pueda producir: que haya leche o no, flO es mérito de nadie. Las estadísticas revelan que la capaci-tjml de producir leche va disminuyendo progresivamente en Iftt mujeres. No se conocen las razones precisas. Se culpa sobre ledo al estrés de la vida actual, pero la explicación no es Mtlifnctoria. No existe otra mejor y, por otra parte, no pódemos aportar nada más.

2. Mal estado de salud de la madre.

Anemia, agotamiento psicofísico u otras enfermedades de una cierta gra-Verlud, son causas más que válidas para renunciar al ama-ffilntamiento. La madre correría el riesgo de comprometer Ulteriormente su salud y el niño gozaría de un alimento insufi-clentc. El daño sería recíproco.

3. Impedimentos psicológicos.

Si la alimentación a pecho constituye un sacrificio para la madre, mejor no abordarla. Puede parecer sorprendente una afirmación de este tipo, porque según nuestra tradición la madre debe sacrificarse por propio hijo. Pues bien, es una tradición errónea e hipócrita. SI la madre se pone el niño al pecho sólo porque piensa que tiene obligación de hacerlo, le estará ofreciendo succionar más hlel que leche. Se sentirá víctima del niño, prisionera suya, ligada a sus exigencias. No debe ser así: el amamantamiento debe ser una alegría, no un deber. Para ser madres serenas y capaces de transmitir serenidad es necesario, antes que nada, no sentirse sacrificadas u oprimidas.

Si renunciáis a cosas realmente esenciales para vosotras y para vuestro equilibrio psíquico en homenaje a un mal entendido espíritu de sacrificio, inevitablemente, tarde o temprano, cargaréis esa renuncia sobre las espaldas de vuestro hijo.

Algunas veces es mejor un biberón dado con alegría y con amor, que el pecho de una madre infeliz e insatisfecha.

La lactancia materna

• Horario de las tomas

• Modalidades y duración de las tomas

• Cómo suministrar la leche: la posición exacta del niño y de la nodriza

• Cuidado e higiene de los pezones

• Cantidad de leche

• Virtudes de la leche materna: últimas noticias

Durante las primeras veinticuatro horas de vida, el recién nucido no tiene necesidad de ser alimentado. Ha sufrido un trauma, el parto, y ha pasado de un mundo caliente y acolchado, el útero materno, a un mundo externo y desconocido en el que debe ambientarse. Sólo necesita descanso. Si muestra Inquietud y signos de querer algo, unos pocos sorbos de agua, de manzanilla o de té poco cargado serán suficientes para calmarlo.

Después de veinticuatro horas, se le podrá ofrecer el pecho que, por lo demás, aún no está en condiciones de producir la Itche propiamente dicha, sino sólo un líquido bastante turbio, el calostro, y en cantidad realmente insuficiente para saciar el hambre del niño. No importa: la operación es igualmente útil e Importante, porque sirve para estimular la producción de la Verdadera leche.

HORARIO DE LAS TOMAS

¿Cuántas deben ser las tomas diarias? ¿A qué intervalos? No todos los pediatras coinciden en la respuesta: algunos aconsejan una alimentación libre, es decir, dejar hacer a la naturaleza y ofrecer el seno al niño siempre que lo reclame. Puede ser un método exacto a condición de que:

- el recién nacido sea suficientemente regular en sus peticiones;

- se tenga la seguridad de que el niño llora porque tiene hambre y no porque quiere ser acunado o por algún otro motivo;

- la madre sea una mujer muy tranquila, equilibrada y racional, con notable buen sentido.

Son condiciones aparentemente simples, pero en realidad muy difíciles de verificar. Es más fácil que la madre esté ansiosa o no sepa cómo debe proceder; o que el recién nacido no sea regular a la hora de respetar los ritmos sueño-vigilia-hambre; o que nadie esté en condiciones de interpretar con la debida objetividad los motivos del llanto.

Teniendo en cuenta lo dicho, será mejor establecer, al menos las primeras veces, los horarios, aunque sea con una cierta elasticidad, y acostumbrar al niño a respetarlos. Esto es suficientemente fácil porque el lactante está en condiciones de aprender los horarios y, si desde los primeros días se sigue un cierto ritmo, muy pronto lo aprenderá y lo seguirá espontáneamente.

Esta última tabla es aconsejable (y posible) sobre todo euando la producción de la leche es muy abundante y el niño tiene buen carácter, es sereno y tranquilo.

Decíamos que, al principio, salen del pezón sólo pocas gotas de calostro, verdaderamente insuficientes para saciar el hambre del niño. No tiene importancia: en los primeros días el recién nacido tiene, ante todo, necesidad de beber. Por consiguiente, completaréis la toma con 30-40 g de agua hervida, pero no os canséis de insistir en poner el niño al pecho: el estímulo de la succión sobre el pezón es indispensable para inducir a las glándulas mamarias a producir la leche.

Finalmente, después de 4-5 días hace su aparición la leche, ante la satisfacción general. Se trata de la famosa subida láctea.

MODALIDADES Y DURACIÓN DE LAS TOMAS

Con la subida de la leche adquiere gran importancia el hecho de seguir los horarios establecidos, porque ahora el niño come de verdad y el estómago necesita un cierto tiempo para completar la digestión: los intervalos establecidos de tres horas y media o de cuatro horas son precisamente los tiempos suficientes para una digestión segura. Aún más: también el estómago, como todos los órganos, tiene necesidad de un período cotidiano de descanso, por lo cual es necesario el prolongado intervalo nocturno entre la última toma y la primera matutina del día siguiente.

Es evidente que puede admitirse una cierta flexibilidad en el respeto de los horarios: siempre es posible aplazar la hora de la toma si el niño duerme durante más tiempo, pero nunca se debe anticipar, exactamente para evitar el peligro de que la digestión de la comida precedente aún no se haya completado.

Si la leche es abundante y las mamas están hinchadas y turgentes, es mejor ofrecer al niño un solo pecho por cada toma, de manera que el pequeño lo vacíe lo máximo posible. Esto favorece notablemente la ulterior secreción láctea.

Si la producción de leche es escasa o no demasiado rica, se debe poner el niño a ambos pechos.

La duración de la toma no debe ser superior a los 20 minutos, máximo 30 (10 minutos, máximo 15 por seno). La razón es simple: en 10-15 minutos el niño vacía completamente la mama, por lo que el tiempo excedente no es más que un juguetear superfluo, un pequeño vicio que inútilmente roba tiempo a la digestión, agota a la madre (¡ella también necesita descanso!) y favorece la dañina ingestión de aire. Si no ha comido suficientemente, es mejor completar la comida con agua hervida, en los primeros días de vida, o con un oportuno complemento de leche artificial, según las reglas que expondremos más adelante al hablar de la lactancia mixta.

CÓMO SUMINISTRAR LA LECHE: LA POSICIÓN EXACTA DEL NIÑO Y DE LA NODRIZA

No existe una posición ideal u obligatoria para amamantar. Lo esencial es que la madre y el niño se sitúen del modo más cómodo posible.

La madre debe estar sentada, con el lactante sostenido por su brazo y colocado en la cavidad del codo del brazo mismo, con la cabecita suficientemente levantada hasta la altura del seno materno.

Tomad la punta de un pecho entre el índice y el corazón de la mano del lado opuesto, de modo que sobresalga un poco; así el pequeño no tendrá dificultad en introducirla en su boca y, al mismo tiempo, su nariz quedará libre para respirar.

Con la punta del pezón cosquillead delicadamente los labios del niño. El pensará en lo demás. Lo que no debéis hacer nunca es obligarle a succionar girándole la cabeza con fuerza con las manos o intentando abrirle la boca con los dedos.

Tened paciencia, si aún no sabe agarrarse bien, aprenderá. Pero aprenderá solo. Vuestra intervención no hará más que irritarle inútilmente.

CUIDADO E HIGIENE DE LOS PEZONES

Es necesario tener el máximo cuidado, porque son los irrigadores insustituibles de la leche y un deterioro (una grieta, una infección), aunque sea mínimo, puede perjudicar el amamantamiento. Basta seguir unas pocas normas:

- No tocar nunca los pezones con las manos sin lavar.

- Limpiar el pezón con agua hervida justo antes y después de cada toma.

- Evitar someter al pezón a traumas violentos, especialmente desgarrones: cuando debéis apartar al niño, ha-cedlo dulcemente, poco a poco.

- Si el pezón está dolorido por irritaciones o por grietas, consultad al médico para solucionar lo más rápidamente posible el inconveniente.

- En espera de los consejos y de las prescripciones del médico, intentad poner el niño al pecho durante el menor tiempo posible (5-6 minutos como máximo) o no lo pongáis de ningún modo; podréis vaciar el pecho con un sacaleche y después suministrar la leche con una cucharilla.

CANTIDAD DE LECHE

¿Cómo se determina si el lactante ha comido suficientemente? Generalmente nos lo dice él: si, una vez apartado del pecho no protesta y poco después se duerme tranquilo, complacido y satisfecho, es evidente que no desea ulteriores suplementos. Es una regla empírica pero, en resumidas cuentas, suficientemente precisa.

Otro indicativo fiel de la necesidad alimenticia es la evolución del peso. El lactante adecuadamente amamantado aumenta diariamente 25-30 g en el primer trimestre, 20-25 g en el segundo trimestre, 15-20 g en el tercero y 10-15 en el cuarto.

Esto no significa que al final de cada día se deba poner al niño sobre la balanza para controlar su aumento diario. Una comprobación semanal es más que suficiente.

Solamente en el caso de que el lactante no crezca regularmente, o que al final de las comidas esté aún hambriento, se dosifica la leche succionada del seno materno. En estos casos, el cálculo de la cantidad recibida en cada comida puede efectuarse fácilmente recurriendo a la doble pesada. El niño se pesa al principio y al término de la toma. La diferencia de peso equivale a la leche ingerida.

Sin embargo, cabe decir que, más que la cantidad de leche recibida en cada toma, tiene importancia la cantidad global diaria, que podemos constatar, sin necesidad de las tablas, porque hay niños que apagan su hambre rápidamente y otros que, en cambio, no parecen quedar nunca satisfechos.

VIRTUDES DE LA LECHE MATERNA: ÚLTIMAS NOTICIAS

La leche materna nunca deja de asombrar. Cada día se hacen nuevos descubrimientos sobre sus componentes, muchos de los cuales aún son desconocidos, y sobre sus virtudes potenciales.

Quiero incluir aquí dos informaciones, aún por confirmar de modo absolutamente viable, pero que conciernen a problemas de gran importancia, que si resultaran correctas representarían un enorme paso hacia adelante de la ciencia.

Algunos investigadores del Lillhagen Hospital de Estocol-mo han detectado en la leche materna un peculiar tranquilizante natural capaz de ejercer una función benéfica sobre el sistema nervioso, con una acción simil-diazeplnica (las ben-zodiazepinas son la base de los tranquilizantes comunes).

Los investigadores Robert Yol Ben y Raphael Viscidi, de la Johns Hopkins University de Baltimore, han descubierto en la leche materna una nueva sustancia, hasta ahora desconocida, que puede neutralizar (en probeta) el virus del SIDA.

La lactancia artificial

• Leches en polvo

• Horarios de las comidas

• Duración de las comidas

• Cantidad de leche por comida

• Concentración de la leche

Si no es posible, por las razones ya enumeradas, alimentar el lactante a pecho, necesariamente se deberá recurrir a una leche diferente. Se trata únicamente de elegir la opción más adecuada para cada caso, entre:

- leche fresca de vaca

- leche líquida de larga conservación

- leche condensada

- leche evaporada

- leche en polvo

Los criterios en los que se debe basar nuestra elección deben tener en cuenta:

- facilidad de poderse encontrar;

- seguridad de esterilización;

- mayor semejanza posible, por composición, con la leche materna;

- máxima digeribilidad;

- mayor facilidad de conservación.

LECHES EN POLVO

Por todas las razones citadas y también por otras-, en nuestro país se da preferencia a la leche en polvo de derivación vacuna, salvo en casos y contingencias especiales.

Para una buena lactancia con leche en polvo se respetan algunas reglas fundamentales:

1. Una vez escogida la leche,

ya no la cambiéis, si no es por prescripción facultativa; cada cambio le supone al recién nacido un esfuerzo de adaptación y, algunas veces, puede ocasionar verdaderas molestias intestinales.

2. A diferencia:

de la leche materna, la lactancia artificial impone una absoluta (o casi absoluta) precisión en los horarios.

3. Máxima esterilidad:

de vuestras manos y de todo lo usado para la preparación de la toma (biberón, cucharilla, tacita, tetina, etc.).

4. La más importante:

la decisión sobre la leche utilizada es de obligada competencia del pediatra, y no puede corresponder a quien carece de los conocimientos médicos necesarios.

En efecto, la elección de la leche, y sobre todo de los eventuales cambios, no se funda sólo en elementos teóricos, sino también en los datos obtenidos por la directa observación del niño. Además, también debe tenerse en cuenta la época de prescripción (una leche adecuada en invierno puede no serlo en el período estival), las reacciones del niño durante la digestión, el carácter de las heces y la curva de crecimiento, lil análisis y la suma de todos estos elementos orientan hacia el tipo de leche apropiado, bien sea entera o descremada, normal o acidificada, uperizada o no.

Una de las mayores virtudes de las leches en polvo es su composición variable: pueden ser analizadas variando su composición y su preparación de manera que sean cada vez más digeribles, para aumentar así su rendimiento y hacerlas más rompetitivas ante la leche materna. Para aclarar mejor estos conceptos, ofrezco un resumen de las características de estas leches:

Leches enteras comunes.

Más o menos similares a la leche vacuna, sin modificaciones relevantes.

Leches semidesnatadas.

Parcialmente desnatadas: 17-18 gramos de grasas por litro.

Leches acidas enteras.

Como la leche entera común, pero sometida al proceso de acidificación para hacerla más digerible y, por consiguiente, más tolerable.

Leches acidas semidesnatadas.

Como la semidesnatada común, pero más acidificada.

Leches uperizadas (o maternizadas o adaptadas).

Son leches enteras sometidas a numerosas modificaciones con el objeto de obtener un producto que, por composición y poder calórico, sea muy similar a la leche materna.

Leches parcialmente uperizadas enteras.

Similares en algunos aspectos a la leche humana, se diferencian de ésta en que, entre los carbohidratos, además de la lactosa normal, figuran otros componentes, como las maltodextrinas y la sacarosa, cuyo fin es evitar que se produzcan fenómenos fermentativos, a menudo debidos al exceso de lactosa, y que quizá se verifican con las leches maternizadas.

Leches parcialmente uperizadas descremadas.

Como las precedentes, pero con un bajo contenido en grasas.

Leches parcialmente uperizadas acidas enteras.

Como las uperizadas precedentes, sometidas al proceso de acidificación con el propósito de hacerlas aún más toleradas.

Leches especiales.

Se usan en circunstancias francamente patológicas, por lo cual no es éste el lugar para hablar de ellas. Las más importantes son: leche de almendras, leche de soja, leche con miel y leche sin lactosa.

HORARIO DE LAS COMIDAS

Resultan idóneos los tiempos ya sugeridos para el amamantamiento: seis comidas diarias en los primeros tres meses, espaciadas entre sí tres horas y media. También son idénticos los horarios: 6-9.30-13-16.30-20-23.30.

Es necesario ser precisos y rigurosos en los horarios, pero sin excesos: un margen de flexibilidad en sintonía con las demandas del niño es, también, más que oportuno.

En cambio, nada justifica una pequeña comida de más en espera del horario.

DURACIÓN DE LAS COMIDAS

Por lo que se refiere al amamantamiento, en este caso la duración tiene un valor relativo: depende de la cantidad de leche y de la voracidad del niño. Frecuentemente se establece en 15-20 minutos. Hay grandes comedores que en cinco minutos no dejan nada; otros, en cambio, sorben de manera cansada, hacen paradas prolongadas y se duermen antes del término. Sin embargo, tampoco para ellos se prolongará la toma más de media hora: conviene dejar el resto para la comida siguiente.

CANTIDAD DE LECHE POR COMIDA

Las dosis de leche por toma tienen, obviamente, un valor puramente indicativo, ya que cada niño presenta exigencias personales que pueden apartarse de la media. Sin embargo, se puede proceder de la manera que describimos seguidamente:

El primer día de lactancia (que es el segundo del nacimiento) preparad aproximadamente 30 g de leche para la comida; después, aumentad 10 g por comida cada día. Es decir el primer día daréis seis comidas de 30 g, el segundo día seis comidas de 40 g, el tercer día seis comidas de 50 g, y así hasta el séptimo día. A continuación aumentad con un ritmo más lento, como veremos más adelante.

CONCENTRACIÓN DE LA LECHE

Se parte de una concentración muy baja (2-3 %) en los primeros días, para pasar después al 5 % en el cuarto-quinto día de vida, al 7-8 % hacia el final de la primera semana, y así hasta llegar a la concentración prescrita por el tipo de leche dada. Pongamos un ejemplo. Queréis preparar 30 g de leche al 3 %. La medida contiene 5 g de leche en polvo (todas las medidas, de todos los tipos de leche, tienen hoy como media 5 g de contenido). Por eso, si ponéis media medida abundante, es decir 3 g de leche en polvo, en 100 g de agua, obtendréis la cantidad suficiente para tres comidas de 30 g cada una aproximadamente a concentración del 3 %.

La lactancia mixta

• Lactancia con tomas complementarias

• Lactancia con tomas alternadas

Se habla de lactancia mixta cuando la alimentación a pecho se complementa o se sustituye por una leche artificial. No hay mucho que decir sobre este tipo de lactancia, ya que, en el fondo, no es más que una evolución impuesta por las precedentes, en el momento en que las circunstancias lo impongan. Circunstancias que son, precisamente, las siguientes:

1. Cuando la madre no puede proveer la necesidad completa del niño, por razones de orden social (por ejemplo, porque trabaja) o por razones de orden individual (por ejemplo, por insuficiente secreción láctea).

2. Cuando nos dirigimos hacia el destete.

Según las necesidades, se pueden seguir dos sistemas diferentes de lactancia mixta: con tomas complementarias o con tomas alternadas.

LACTANCIA CON TOMAS COMPLEMENTARIAS

Significa amamantar al niño durante el tiempo suficiente para el vaciado de la mama (5-10 minutos por parte), controlar mediante la doble pesada la cantidad de leche ingerida y completar la comida con una oportuna cantidad de leche artificial capaz de totalizar la cantidad suficiente para las necesidades del lactante.

La lactancia complementaria es indicada concretamente en los casos de escasa secreción láctea, sea cual sea su origen.

LACTANCIA CON TOMAS ALTERNADAS

Consiste en sustituir una o más tomas a pecho por leche artificial. Se recurre a ella en diferentes circunstancias:

- cuando la madre, por motivos de trabajo, no está disponible durante todo el día;

- cuando las condiciones de la nodriza no son óptimas (agotamiento psicofísico, adelgazamiento excesivo, anemia, etcétera);

- ante la aparición de grietas en el pezón, de una cierta consideración, por lo cual ampliar el tiempo de descanso de la madre llega a ser indispensable;

- cuando se procede al destete y se aplica una reducción gradual del número de las tomas a pecho.

El inconveniente de este sistema reside en la disminución progresiva de la producción láctea. Es una regla sin excepciones: cuanto menos se estimula el pezón, menos leche produce. Esto puede ser positivo en el caso del destete, y menos positivo en otros casos. Por otra parte, si no es posible hacerlo de otra forma, es inevitable recurrir a este sistema de lactancia mixta con la esperanza de retardar lo máximo posible la desaparición de leche materna, que es justo defender hasta el final.

El destete

• Concepto de destete

• Las sustancias alimenticias

• Lo que piensa el niño

• Problemas prácticos del destete

• Cuándo debe iniciarse el destete

• Para las madres: reglas prácticas del destete

CONCEPTO DE DESTETE

Desvezar (o destetar), en sentido literal, significa «suprimir un vicio». En lenguaje pediátrico, el vicio se refiere siempre a la lactancia del niño. Se habla de destete cuando se pasa de una alimentación exclusivamente láctea a una alimentación más completa, con sopas de sémola y otros alimentos y se introduce el uso constante de la cucharita.

Algunos pediatras hablan de un primer destete (paso del itcno al biberón) y de un segundo destete (de la dieta láctea a las sopas de sémola): es una distinción más precisa pero, a decir verdad, superflua.

Lo importante es que el destete representa para el niño una doble necesidad:

1. Una necesidad psicológica.

La renuncia al calor del cuerpo materno y de la leche a cambio de la conquista de un mundo nuevo, el externo, y de hábitos nuevos (el uso de la cucharita y el conocimiento del alimento sólido).

2. Una necesidad alimenticia.

Aun cuando la leche sea un alimento completo, que contiene todas las sustancias indispensables para el organismo, llega un momento en el cual estas sustancias ya no son adecuadas para el período de crecimiento, ya sea por motivos de calidad o de cantidad. Hoy, nadie aconsejaría una alimentación exclusivamente láctea hasta la edad de un año. Por eso, es necesario sustituir parcialmente la leche por varios alimentos que, en su totalidad, contengan a su vez todas las sustancias necesarias y en la medida oportuna.

LAS SUSTANCIAS ALIMENTICIAS

Las sustancias alimenticias más importantes son las siguientes:

Proteínas.

Contenidas, sobre todo, en la carne, en el pescado, en los huevos, en los lácteos, en los cereales y en las legumbres. Sin embargo, las más importantes son las de la carne. Representan las necesidades plásticas de un organismo en crecimiento rápido, como el del lactante. Son los ladrillos con los cuales está construido nuestro organismo.

Carbohidratos.

Comprenden las harinas (ámidos) y los azúcares. Se encuentran en todo alimento que contiene harinas de cualquier tipo (pan, pasta, galletas, arroz, etc.), así como en aquellos que contienen azúcar (dulces, frutas, miel, mermeladas, etc.). Los carbohidratos actúan como carburante del organismo: son nuestra fuerza. Gracias sobre todo a la utilización de estas sustancias, el cuerpo humano extrae en cada momento la energía que le sirve para desarrollar sus propias funciones, en definitiva, para vivir.

Grasas.

El aceite, la mantequilla y otras grasas menos utilizadas, son también fuentes de energía y se queman para producirla, pero a diferencia de los carbohidratos también se almacenan como material de reserva.

Sales minerales.

Hierro, calcio, fósforo, potasio, sodio, yodo y cobre, citando solamente los principales. Son importantísimos para numerosas síntesis orgánicas y algunos, especialmente el hierro, están presentes en la leche, escasamente: si falta hierro, el niño puede encaminarse hacia peligrosas anemias.

Verduras, carnes, huevos, pueden proporcionar abundantemente hierro y el resto de minerales.

Agua.

¡Pensad que el cuerpo de un niño está constituido por tres cuartos de agua aproximadamente! Por consiguiente, es inútil insistir en su necesidad. Además, en el agua se hallan disueltas unas sales cuya utilidad ya hemos descrito anteriormente.

Vitaminas.

La leche es rica en vitaminas, pero generalmente éstas se destruyen en gran parte por la ebullición o por los procedimientos industriales de elaboración. Naturalmente, se pueden suplir con preparados farmacéuticos polivitamíni-cos, pero esto no significa que la mejor fuente siga siendo la natural; es decir, una alimentación rica y variada que esté bien provista de estas sustancias realmente vitales.

Las principales vitaminas son las siguientes: Vitamina A.

Se encuentra generalmente en el hígado de los peces de agua salada (por esta razón se usa el famoso aceite de hígado de merluza). Es esencial para la protección de la piel y de las mucosas, protege el ojo y favorece la visión nocturna.

Complejo vitamínico B.

Contenido en los cereales (especialmente el germen de trigo), las levaduras, las frutas, las verduras, la carne, los huevos, el hígado. De notable interés biológico son, sobre todo, la vitamina B2, que participa en todas las funciones celulares; la vitamina PP, con acción protectora del cutis; la vitamina B12, indispensable para la producción de glóbulos rojos.

Vitamina C.

Tiene una importante acción de estimulación de las defensas orgánicas y de protección de los capilares sanguíneos. Son ricas en vitamina C las frutas, particularmente los cítricos.

Vitamina D.

Como la A, está contenida sobre todo en el aceite de hígado de p>escado (merluza, atún).

Vitamina K.

Abunda en las verduras de hojas verdes. Participa en el mecanismo de la coagulación de la sangre; por tanto, su falta puede ser causa de graves hemorragias.

Con esta breve reseña de las sustancias alimenticias indispensables para el crecimiento del niño y de su posición en las diversas categorías de alimentos, resulta clara y evidente la necesidad de enriquecer lo antes posible la dieta del lactante con alimentos diferentes como carne, verduras, fruta y muchos otros, evidentemente de manera gradual, para impedir estados carenciales y enfermedades.

LO QUE PIENSA EL NIÑO

Lo dicho hasta el momento está muy bien, pero ¿qué piensa el niño? Frecuentemente, por no decir casi siempre, el pequeño no comparte la misma opinión. Acostumbrado desde el nacimiento a un alimento líquido que fluye por su boca y después por la garganta sin esfuerzo, con un sabor agradable y muy bien definido, de repente se encuentra en la necesidad de engullir una masa pegajosa, con un extraño sabor, que se engancha en la lengua y en el paladar y se obstina en no bajar.

Además, entre un bocado y el otro es necesario esperar a que la cucharita esté llena y a que se la pongan en la boca. La cucharita, ese instrumento frío y duro, es sin duda alguna muy diferente al caliente pezón o a la blanda tetina a los que estaba acostumbrado.

Realmente hay niños que, o por curiosidad, o por su buen carácter, aceptan toda novedad alimenticia de buen grado y hasta con entusiasmo. Pero casi todos se muestran mucho más circunspectos, a veces decididamente contrariados, se irritan y oponen un firme rechazo a los intentos de suministro de las primeras papillas.

POBLEMAS PRÁCTICOS DEL DESTETE

De lo dicho resulta obvio que, a nivel práctico, el destete conlleva una serie de problemas que, sintéticamente, se pueden resumir así:

1. El problema de la cucharita.

Para un bebé de pocos meses no es más que un desagradable cuerpo extraño que no es fácil de aceptar. La reacción es el rechazo de la papilla, hasta llegar al vómito.

2. El problema del sabor.

Pensad en un lactante que durante meses ha bebido sólo leche, agradablemente dulce, y que de repente se encuentra con una papilla de zanahorias, ¡quizá salada!, en la boca.

3. El problema de la consistencia.

Hasta ahora no existía: efectivamente, el lactante hasta el momento no comía, sólo bebía. Ahora debe empezar a comer, debe aprender el uso de órganos a los que hasta ahora no había prestado una especial atención (las encías, la lengua, etc.).

4. El problema de la tolerancia.

Es evidente que cualquier alimento le impone al intestino del niño un cierto esfuerzo de adaptación. Y no se debe dar por hecho que tolere todos los nuevos alimentos. Debemos prestar atención.

Como se puede ver, los problemas existen, pero no son insuperables: cada uno de ellos tiene sus soluciones. Inicial-mente podréis dar la papilla en el biberón para evitar la cucharita; con la cucharita podréis dar parte de la leche para acostumbrar al pequeño al odiado instrumento; podréis dulcificar ligeramente la papilla para hacerla más agradable; ini-cialmente podréis diluir un poco más la papilla; para valorar la tolerancia bastará con introducir cada alimento nuevo gradualmente. ¡Siempre encontraremos una solución! En mi consulta pediátrica, frecuentemente les señalo a las madres que no hay niño que, tarde o temprano, no aprenda a comer la papilla. Solamente es necesario hacerse con una justa dosis de paciencia.

CUÁNDO DEBE INICIARSE EL DESTETE

Hasta ahora he evitado, a propósito, establecer unos tiempos de inicio de destete, esperando que de todo cuanto he dicho resultase evidente el principio de que cada niño y su alimentación representa un caso diferente. Hay infinitas circunstancias que aconsejan, dentro de ciertos términos, retrasar el inicio del destete: abundancia de leche materna con óptimos resultados en el crecimiento, estación inadecuada para grandes cambios que podrán causar molestias intestinales (¡los meses más calurosos!), decidido rechazo con reacciones inusuales del niño ante todo tipo de novedades alimenticias (basta volverlo a intentar un poco más adelante), etcétera.

También pueden ser numerosas las causas que aconsejen anticipar el destete: compromisos laborales de la nodriza, escaso crecimiento del niño a dieta láctea exclusiva, inapetencia y mala aceptación de la leche, molestias intestinales atribui-bles a los diferentes componentes de la leche, etc.

No obstante, se puede afirmar que en la mayoría de los casos conviene iniciar el destete entre el cuarto y el quinto mes, siempre considerando ciertos márgenes.

PARA LAS MADRES:

REGLAS PRÁCTICAS DEL DESTETE

Aun a riesgo de repetirme, prefiero volver a señalar que el destete es un momento demasiado importante para la vida del niño (una verdadera revolución), por lo que pienso que un pequeño reglamento práctico del destete para uso y consumo de la madre puede ser útil.

1. Confianza en el pediatra.

Dejando a un lado toda teoría sobre el inicio del destete y sobre la manera de llevarlo a cabo (¡todos quieren opinar!), permitid que sea el experto, que conoce a vuestro hijo, sus características y sus exigencias, quien decida cómo y cuándo es el momento de tomar iniciativas. Respecto a este propósito, tened presente que las opiniones de vuestra prima o de vuestra portera se refieren a sus hijos, no al vuestro.

2. Destete precoz.

No existe, del mismo modo que tampoco existe el tardío. Existe solamente un destete oportuno, es decir, iniciado en el momento exacto que, como repito, será aquel fijado con cuidado y a tiempo por vuestro pediatra.

3. Crear nuevos hábitos

Sin hablar de verdadero destete, es una buena norma, según mi experiencia, empezar a dar con la cucharita pequeñas dosis de fruta fresca (manzana rallada, zumo de cítricos) ya desde el primer mes. Así el niño se acostumbrará al uso de la cucharita y además gozará de un beneficioso aporte natural de vitaminas.

4. Principio de la graduación

El destete, aunque haya sido iniciado pronto o tarde, no debe representar un trauma psicológico ni físico para el niño. Cada elemento nuevo se introduce gradualmente en la dieta para no crear dificultades digestivas y disturbios nutricionales igualmente graves: debéis estar preparadas para deteneros y, si es necesario, para dar marcha atrás ante los primeros signos de intolerancia (vómito, diarrea, erupciones cutáneas, etc.). Por tanto, aconsejo introducir gradualmente el nuevo alimento. El niño puede tomar las primeras cucharitas con curiosidad, e insistir demasiado puede provocar repugnancia y un claro rechazo. Poco a poco, añadiendo alguna cucharadita más cada día, conseguiremos nuestro objetivo: que acepte la papilla entera.

5. Los trucos.

No os asombréis; también hay trucos y son muy importantes para superar el «problema» de la papilla:

— Frecuentemente, el niño se inquieta ante la espera entre una cucharadita y otra; pues bien, hay unos biberones de plástico que poseen una cucharita en lugar de tetina. Con sólo apretar el biberón, mantendréis siempre llena la cucharita, de manera que el niño no deberá esperar ni siquiera un momento entre un bocado y otro.

— Si le desagrada la papilla densa, no hay objeción alguna para preparársela más diluida. Posteriormente y poco a poco, día a día, la haréis más densa.

— Si rechaza firmemente un nuevo alimento, no os obstinéis demasiado: alguna cucharadita ¡y listos! Volved a intentarlo pasado algún día con pocas cucharaditas, después de una toma cualquiera. A continuación, aumentaréis las dosis gradualmente.

— Respetad sus gustos. Quizá la crema de arroz no le guste y en cambio agradezca la sémola de trigo, o bien detesta los tomates y en cambio se vuelve loco por las patatas. Intentad proponerle cosas diferentes y hacedle caso en sus preferencias. Recordad que los niños cambian sus gustos de un día para otro, frecuentemente de forma radical.

— El niño es curioso: por consiguiente, intentad variar no sólo el sabor de la papilla, sino también el color, la consistencia, el aspecto. Aún más: incluso el color y la forma de la cucharita, del cuenco, del plato.

— Para dar la primera papilla, escoged la comida en la que el niño frecuentemente tiene más apetito.

— Decidid el número de las comidas conjuntamente: si de seis comidas una la come con menos apetito, pasada cinco alargando los intervalos, y así de cinco a cuatro, más adelante.

La primera papilla se denomina salada, pero inicial-mente dádsela sin sal si tenéis la impresión de que este nuevo sabor le desagrada; la sal será introducida después con extrema lentitud.