DIFERENCIAS SUSTANCIALES ENTRE LA ALIMENTACIÓN DEL ADULTO Y LA DEL NIÑO

La atenta valoración de los cuatro motivos expuestos, resalta enseguida la diferencia que debe existir entre la alimentación del adulto y la infantil. Los fines son diferentes. En efecto, para el adulto la nutrición representa, sobre todo, el medio para sustituir las sustancias perdidas en los procesos metabóli-co-orgánicos normales y consumidas durante el desarrollo de las actividades diarias. Tendrá, pues, que ser más abundante, con mayor o menor valor calórico, según el tipo de actividad desarrollada: desde un punto de vista cualitativo, en cambio, se situará sobre un estándar normal, codificado por costumbres alimenticias ya inveteradas.

La dieta deberá ser equilibrada, pobre en sustancias poten-cialmente tóxicas y moderada para evitar molestos aumentos de peso: pero nada especial que salga de reglas ya fijas e inmutables, dictadas más por el buen sentido que por la ciencia.

Muy diferente es, en cambio, el caso del niño. Se trata de un organismo en plena fase evolutiva: una evolución que tiene lugar, sin interrupción, a lo largo de 15-16 años aproximadamente. ¡Un tiempo considerable! Evolución que, como veremos más detenidamente en capítulos sucesivos, exige en los diferentes períodos un material nutricional diversificado, porque las exigencias plásticas no son siempre las mismas y también es diferente la capacidad de asimilación.

Exigencias, pues, de alimentos de alto valor plástico, como las proteínas, pero que sean al mismo tiempo de fácil digestión y asimilación.

Exigencias, también, de sustancias, como las vitaminas y los minerales, que catalicen estos procesos plásticos haciéndolos posibles y permitiendo así el crecimiento gradual del niño. Vitaminas y minerales que se encuentran, en abundancia, en los cereales, la fruta, la verdura, como también en las grasas, las cuales, a su vez, son indispensables para fines energéticos y de constitución de las reservas orgánicas.

La verdadera y gran diferencia de la alimentación en las dos edades, la infantil y la adulta, reside, pues, en el hecho de que la alimentación infantil no sólo tiene un fin nutricional y energético, sino también un fin plástico y constructivo.

Llegados a este punto, es necesario que la alimentación infantil se defina y, posteriormente, que se proceda según una planificación bien precisa que tenga como fin último el crecimiento óptimo. No está fuera de lugar hablar de educación alimenticia del niño.

0 comentarios: