5. Los trucos.

No os asombréis; también hay trucos y son muy importantes para superar el «problema» de la papilla:

— Frecuentemente, el niño se inquieta ante la espera entre una cucharadita y otra; pues bien, hay unos biberones de plástico que poseen una cucharita en lugar de tetina. Con sólo apretar el biberón, mantendréis siempre llena la cucharita, de manera que el niño no deberá esperar ni siquiera un momento entre un bocado y otro.

— Si le desagrada la papilla densa, no hay objeción alguna para preparársela más diluida. Posteriormente y poco a poco, día a día, la haréis más densa.

— Si rechaza firmemente un nuevo alimento, no os obstinéis demasiado: alguna cucharadita ¡y listos! Volved a intentarlo pasado algún día con pocas cucharaditas, después de una toma cualquiera. A continuación, aumentaréis las dosis gradualmente.

— Respetad sus gustos. Quizá la crema de arroz no le guste y en cambio agradezca la sémola de trigo, o bien detesta los tomates y en cambio se vuelve loco por las patatas. Intentad proponerle cosas diferentes y hacedle caso en sus preferencias. Recordad que los niños cambian sus gustos de un día para otro, frecuentemente de forma radical.

— El niño es curioso: por consiguiente, intentad variar no sólo el sabor de la papilla, sino también el color, la consistencia, el aspecto. Aún más: incluso el color y la forma de la cucharita, del cuenco, del plato.

— Para dar la primera papilla, escoged la comida en la que el niño frecuentemente tiene más apetito.

— Decidid el número de las comidas conjuntamente: si de seis comidas una la come con menos apetito, pasada cinco alargando los intervalos, y así de cinco a cuatro, más adelante.

La primera papilla se denomina salada, pero inicial-mente dádsela sin sal si tenéis la impresión de que este nuevo sabor le desagrada; la sal será introducida después con extrema lentitud.

0 comentarios: