LO QUE PIENSA EL NIÑO

Lo dicho hasta el momento está muy bien, pero ¿qué piensa el niño? Frecuentemente, por no decir casi siempre, el pequeño no comparte la misma opinión. Acostumbrado desde el nacimiento a un alimento líquido que fluye por su boca y después por la garganta sin esfuerzo, con un sabor agradable y muy bien definido, de repente se encuentra en la necesidad de engullir una masa pegajosa, con un extraño sabor, que se engancha en la lengua y en el paladar y se obstina en no bajar.

Además, entre un bocado y el otro es necesario esperar a que la cucharita esté llena y a que se la pongan en la boca. La cucharita, ese instrumento frío y duro, es sin duda alguna muy diferente al caliente pezón o a la blanda tetina a los que estaba acostumbrado.

Realmente hay niños que, o por curiosidad, o por su buen carácter, aceptan toda novedad alimenticia de buen grado y hasta con entusiasmo. Pero casi todos se muestran mucho más circunspectos, a veces decididamente contrariados, se irritan y oponen un firme rechazo a los intentos de suministro de las primeras papillas.

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